30 de septiembre de 2019
Foto: Ricardo Stuckert

En febrero de 1985, cuando a Nelson Mandela, después de más de 20 años en prisión, le ofrecieron la liberación de la prisión, siempre que abdicara de su proyecto político, Mandela dijo, con serenidad, que ya había llegado hasta allí y que no abandonaría el compromiso con su pueblo y con el Congreso Nacional Africano.

En un comunicado, a través de su hija Zindzi, afirmó: “¿Qué libertad me ofrecen mientras la organización del pueblo [el CNA] permanece prohibida? Solo los hombres libres pueden negociar. Un prisionero no puede celebrar contratos”.

Según la historia, Mandela estuvo encarcelado por más 5 años, después de salir de prisión fue elegido presidente de la República y terminó con el apartheid racial en Sudáfrica.

Nunca es la misma historia, pero la lucha de Lula tiene mucho de Mandela, Gandhi y los grandes líderes de la historia. Cualquier decisión suya, que también será mía, debe ser firme y serena. Este es solo otro capítulo de su increíble presencia en la historia. No debe tener odio, revanchismo o rabia. Es necesario superar todo eso y mirar hacia la historia, hacia los jóvenes que vendrán.

Lo fundamental es que nada cambiará su compromiso de demostrar su inocencia y reconquistar su libertad plena, esa es mi sugerencia. Y que su ejemplo sirva para este país respetar los derechos individuales y colectivos y reconstruir la justicia, el diálogo y la convivencia pacífica en un país destrozado.

Pero, como solía decir su madre: ¡hijo, persiste! En casa o en prisión, Lula Livre seguirá y las multitudes de este sufrido país lo quieren de vuelta. Nunca dejaremos de luchar juntos por esa bandera, que ya es una triste página, pero digna de la lucha por la democracia y la justicia. Lula es la síntesis de este pueblo e ya está en la historia como uno de los gigantes de la lucha por la democracia, la justicia social y la soberanía.

Brasil 247 | Traducido por Cristina Barbosa.